La primera ascensión al Mont Blanc hace 226 años.

Ellos, y tanto otros, son los que abrieron el camino para que las futuras generaciones intentaran nuevas ascensiones y rutas. Tal como alguna vez dijo Reinhold Messner "Nada habría podido suceder si alguien no lo hubiera imaginado antes".

En 1760 un científico de Ginebra, Horace-Bénédict de Saussure, ofreció 20 táleros (monedas de plata) a los primeros montañeros que consiguiesen encontrar una ruta hasta la cumbre del Mont Blanc, la cual llevaba tiempo observando durante las anteriores expediciones que había realizado en el macizo. En aquella época, la curiosidad científica, y no las ambiciones deportivas, empujaban al hombre a escalar montañas.
 
Se sucedieron varios intentos, hasta que el día 7 de agosto de 1786 dos aficionados bien entrenados de Chamonix, Jacques Balmat (buscador de cristales de 24 años) y el doctor Michel Gabriel Paccard, quien quería observar el comportamiento de un barómetro aneroide a esa altura, el referido dia se lanzaron a la cumbre, pasaron noche en el paraje denominado Montagne de la Cote a unos 2400 metros de altura. Llevaban con ellos algo de pan, unos pedazos de carne y cubiertos; su equipo científico estaba compuesto de un termómetro, una brújula, un barómetro, y una especia de piolet primitivo (básicamente un palo largo con una punta metálica en su extremo). Al alba siguiente continuaron internándose en la Jonction, un paraje caótico y agrietado del glaciar de Bossons. No tenían ni escaleras, ni cuerdas, ni arneses. En la zona de la Jonction se cayeron cuatro veces en las grietas del glaciar, pero consiguieron reponerse. Lograron atravesar este peligroso laberinto, alcanzando el promontorio rocoso donde se encuentra el refugio de los Grands Mulets. Continuaron penosamente cruzando dos extensiones heladas, Paccard tiene que tallar escaleras en el hielo con su piolet, en una paso expuesto de 40 grados de pendiente (el Petit y el Grand Plateau) hasta unas protuberancias rocosas conocidas como las Rochers Rouges, desde alli sólo restaban las suaves laderas de la cúpula cimera. Y así los dos intrépidos montañeros consiguieron hollar la cima por primera vez en la historia: Así el 8 de Agosto de 1760 nació el alpinismo.

Desde Chamonix se sigue con atención la progresión de los dos hombres, que consiguen coronar la cima a las 18h23. El frío (hacía -8C) y el viento congelan los dedos de la mano derecha de Paccard, de la misma manera que congela la carne que llevaban, haciéndola incomible. Inician el descenso poco antes de la puesta de sol y gracias a la luna llena llegan al vivac a 2400 metros. Los dos sufrían congelación en las manos y el doctor estaba casi ciego debido a la reverberación de la nieve. El 9 de Agosto estaban ambos de vuelta en su casas, sanos y salvos.
 
La expedición fue considerada en su tiempo absolutamente extraordinaria, también debido al aura de supersticiones, leyendas y tabúes que rodeaban a la montaña. En la cima se quedaron durante media hora, el tiempo suficiente para que Paccard pudiera comprobar la acción de la presión atmosférica con el barómetro de Evangelista Torricelli, confirmando la teoría de Blaise Pascal (y repitiendo el experimento llevado a cabo a su instancia por Florin Périer, su cuñado) sobre la reducción de la presión al aumentar la altitud.
 
Un año después, el 3 de agosto de 1787, el promotor de esta aventura, Horace-Bénédict de Saussure, pisó también la cumbre, acompañado por su criado, Jacques Balmat y dieciocho personas entre guías de Chamonix y portadores para llevar diversos equipos científicos. En la cima mandó instalar una tienda de campaña antes de proceder al cálculo de la altitud, efectuando mediciones que sirvieron como primera aproximación sobre la altitud de la cima. Entre todos transportaban víveres, una escalera, una cama, una estufa y un laboratorio científico con higrómetros, barómetros y termómetros, y otros instrumentos de medición.
Pero para explicar la eclosión de una figura como Saussure, que a los 22 años era un profesor que dominaba la botánica, la geología, la física y la filosofía, hay que atender al espíritu de su tiempo, a la corriente ilustrada que implicó un acercamiento definitivo a la naturaleza y la pretensión de buscar las causas de las cosas atendiendo al método científico, sin preconcepciones previas. Ese interés por lo que nos rodea, "la naturaleza es mi gabinete" llegó a decir Rosseau, que significó un quicio en la historia del pensamiento. Y devino, como uno de sus corolarios en ese interés por descubrir las montañas (y subirlas), una pretensión "inútil" pero altamente satisfactoria.
 
La primera mujer en alcanzar la cima fue Marie Paradis, el 14 de julio de 1808, acompañando a Jacques Balmat. La segunda ascensión femenina fue la de la alpinista y periodista Henriette d’Angeville, el 4 de septiembre de 1838, que publicó un diario de su ascensión.
El 6 de agosto de 1864, el geólogo y alpinista Felice Giordano fue el primero en efectuar la ascensión por la parte más abrupta, en la vertiente italiana, mientras que la primera ascensión invernal por esta vertiente la realizó Quintino Sella, el 5 de enero de 1888. Achille Ratti, el futuro Pío XI, trazó en 1890 la vía normal de la vertiente italiana, contribuyendo así a dar a conocer la ciudad de Courmayeur, desde donde parte dicha ruta.
 
 

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