Le Brévent: El Mirador del Mont Blanc
El valle de Chamonix además de ser el feudo por excelencia de la alta montaña y terreno reservado para los alpinistas, es también el paraíso del senderismo. Gran parte se debe a Horace Bénédict, su interés por la botánica lo llevó a emprender viajes por los Alpes, y a partir de 1.773 empieza a estudiar la geología y la física de esta región. Los resultados de su trabajo atraen la atención de los turistas en las regiones de Chamonix y Zermatt. En 1.760 subió a la Pointe Brévent y quedó enamorado de la panorámica, desde ese mirador se forjó su obsesión por el macizo del Mont Blanc. Con el fin de calcular la altitud del Mont Blanc, promete una fuerte recompensa al primero que encuentre el camino y llegue a la cima. Participa él mismo en varias tentativas, especialmente con Marc Théodore Bourrit por el itinerario de l'Aiguille du Goûter. Fue el pistoletazo de salida para que los Alpes comenzaran a ser el sueño de alpinistas, montañeros y excursionistas de un sinfín de generaciones.
La Reserva Natural de las Aiguilles Rouges la encontramos en la vertiente opuesta al macizo del Mont Blanc, y es un verdadero paraíso tanto para caminar como para correr. Uno de los lugares más emblemáticos es el Monte Brévent, la ascensión comienza junto al telecabina de Brévent, en Chamonix, el camino está perfectamente indicado, pasando por el Petit Balcon Sud, y un continuo zigzagueo por un frondoso y húmedo bosque de coníferas, hasta llegar a la estación Planpraz, a 2.000 metros de altitud, mil metros más arriba que la localidad de Chamonix. Es difícil mejorar las vistas al Mont Blanc que tenemos desde Le Brévent, y lo es aún más el poder caminar durante horas por un extraordinario camino que sigue disfrutando de ellas sin perder belleza.
A pesar del tiempo transcurrido desde que Horace Bénédict se enamorara de este lugar y la gran cantidad de aficionados a todas las disciplinas de la montaña que se dan cita año tras año en el macizo, su estado de conservación es envidiable, los paisajes son increíbles e incluso hay lugares que continúan teniendo el sello de salvajes e indómitos. Las condiciones meteorológicas pueden cambiar muy rápidamente debido a las posibles nevadas y a la niebla, los bruscos cambios de dirección de los vientos son frecuentes a consecuencia de las características del relieve.
La Reserva Natural de las Aiguilles Rouges la encontramos en la vertiente opuesta al macizo del Mont Blanc, y es un verdadero paraíso tanto para caminar como para correr. Uno de los lugares más emblemáticos es el Monte Brévent, la ascensión comienza junto al telecabina de Brévent, en Chamonix, el camino está perfectamente indicado, pasando por el Petit Balcon Sud, y un continuo zigzagueo por un frondoso y húmedo bosque de coníferas, hasta llegar a la estación Planpraz, a 2.000 metros de altitud, mil metros más arriba que la localidad de Chamonix. Es difícil mejorar las vistas al Mont Blanc que tenemos desde Le Brévent, y lo es aún más el poder caminar durante horas por un extraordinario camino que sigue disfrutando de ellas sin perder belleza.
A pesar del tiempo transcurrido desde que Horace Bénédict se enamorara de este lugar y la gran cantidad de aficionados a todas las disciplinas de la montaña que se dan cita año tras año en el macizo, su estado de conservación es envidiable, los paisajes son increíbles e incluso hay lugares que continúan teniendo el sello de salvajes e indómitos. Las condiciones meteorológicas pueden cambiar muy rápidamente debido a las posibles nevadas y a la niebla, los bruscos cambios de dirección de los vientos son frecuentes a consecuencia de las características del relieve.
He tenido la suerte de contemplar a un magnífico animal; uno de los símbolos de la montaña Alpina, el rebeco. A una velocidad de vértigo, salta y trepa la pared de roca casi vertical. Estos animales están perfectamente preparados para trepar por los riscos. Sus poderosas patas, tanto delanteras como traseras, les proporcionan una gran capacidad de salto. En las pezuñas presenta afiladas aristas en la parte exterior y una zona interior blanda, lo que les permite apoyarse perfectamente sobre la roca mojada y el hielo. Incluso las crías son capaces de moverse en terrenos rocosos con una seguridad aplastante. Los huecos en la roca son también sus lugares favoritos para descansar y rumiar. Aquí están a salvo de los linces y los lobos.
Te guste o no el alpinismo, merece la pena subir hasta los 2.520 metros que tiene el Monte Le Brévent para contemplar las vistas. Tuve la suerte de amanecer prácticamente allí arriba, tras dormir en el lago Brevént, el cielo duró despejado lo justo para producirse un flechazo. En primer lugar por la visión de los gigantes blancos: un colosal paredón que cierra completamente el valle de Chamonix por el sur. De izquierda a derecha, la Aiguille du Midi (3.842m) (donde se distingue claramente la estación superior de su teleférico, la de mayor altitud del mundo), el Mont Blanc du Tacul (4.248m) (recién vencido por Meteocoll y Wind), el Mont Maudit (4.465m), el Mont Blanc (4.809m), el Dome du Gouter (4304m), la Aiguille du Gouter (3.863m) y la Aiguille de Bionnassay (4.051m). Más a la izquierda están las Grandes Jorasses o el Dru, donde se han escrito algunas de las páginas más celebres del alpinismo mundial.
Un lago glaciar es un lago que ocupa una depresión como consecuencia de la erosión ocasionada por un glaciar. Los lagos de origen glaciar actuales son el resultado de la intensa dinámica climática y geológica de la dinámica glaciar del Pleistoceno. Durante los periodos de mayor extensión glaciar, la presión glacioestática ejercida por las grandes masas de hielo sobre el terreno por el que discurrían, especialmente en las zonas en que se produce una disminución de la pendiente, produjeron depresiones denominadas cubetas de sobreexcavación glaciar. El retroceso de las masas de hielo dejó al descubierto estas cubetas que se transformaron en áreas lacustres receptoras de aguas procedentes del deshielo de glaciares y neveros.
El lago Brevént se encuentra a 2.500 metros, es un lugar muy agradable y poco transitado, el juego de luces provocado por la niebla era espectacular. Cuando acampo, intento que sea cerca de ríos, lagos, estos hacen la experiencia más placentera, por las increíbles vistas que ofrecen y por conseguir que me sienta aún más en contacto con la naturaleza.
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