Ferrata Río Sallagoni en Drena

La naturaleza nos brinda la posibilidad de interactuar y aprender de ella, teniendo un contacto directo, apreciando lo más diminuto y lo más grande. Para ello hay que involucrarse en todos los sentidos; al respirar, al degustar, al observar, al sentir y al escuchar. Si amamos la naturaleza nos amamos a nosotros mismos, el amor a ella se transmite, se comparte, nos hace mejores personas y le da gran parte de sentido a nuestra vida. Casi todo lo que hacemos tiene un impacto en la naturaleza y lo que pasa en ella, afecta a nuestras vidas, es por eso que todos necesitamos entender el mundo a nuestro alrededor y aprender a protegerla. La naturaleza nos brinda todos los medios y recursos necesarios del conocimiento, solo tenemos que buscar las estrategias adecuadas, estas pueden ser la lúdica, la investigación o cualquier otra, como la deportiva, esta última siempre se caracterizó por promover la amistad, el compromiso y el respeto, valores que siempre estoy dispuesto a compartir con alguien en la naturaleza.


En mi viaje por Italia, en dirección hacia el norte y a la altura de Arco y Dro, un castillo a mi derecha se alza en lo más alto de una colina, en mi obsesión por ellos, puse rumbo hacia el. Una carretera serpenteante asciende en buena dirección, arriba, a los pies del castillo se encuentra Drena, una localidad italiana de la provincia de Trento, junto al Lago de Garda. En sus mediaciones hay multitud de lugares para practicar la escalada. Un panel informativo avisa de que cerca se encuentra una vía ferrata, en poco tiempo ya estaba dándole ánimos e indicaciones a mi compañera, que en su primer contacto con este tipo de actividades esta un poco nerviosa. La ferrata es fácil, adecuada para principiantes y niños, con una altura mínima de 1,40 metros, y se encuentra debajo de Castillo de Drena, en un cañón excavado en las rocas, no tiene perdida.


Para acceder a la ferrata, podemos dejar el vehículo en un parking, unos 300 metros de desnivel por debajo del castillo. Cruzando la carretera se accede a una zona de olivares con un sendero que marca el comienzo de la ferrata a unos 500 metros. El cañón que forma el Río Sallagoni es una pequeña ventana a la prehistoria, como si el tiempo no pasara en aquel cajón. La ferrata comienza entre dos caras rocosas altas, es horizontal en la primera sección, con algunos tramos sobresalientes, seguidamente cambiamos de pared, donde nos conduce al frente de una cascada, en un pareja precioso. Hay que mantenerse a la izquierda del río y llegaremos al primer puente tibetano. Después del puente, se sigue por la derecha en una sección fácil, se cruza el arroyo para llegar al segundo puente tibetano, que es más corto que el primero.


La verdad es que disfruto de cada cosa que hago, sea simple o especial, pero en esta ocasión, algo tan simple como ver a otra persona feliz en un entorno precioso y realizando una actividad tan bonito como la ferrata, eso, es disfrutar de verdad. Con el objetivo de compartir algo nuevo en la naturaleza y valorar lo que en ella se puede hacer, llegamos a un cruce de caminos, podemos continuar bien por la izquierda cruzando un puente de madera o seguir por la derecha hasta el Castillo de Drena. Si continúas recto, se sube a lo largo del lecho del río, usando estribos de metal en las partes más difíciles. Si salimos hacia la izquierda, se sube una rampa pronunciada y corta parra acceder a la carretera principal y poder regresar al área donde hemos dejado el vehículo.


La roca en la que se levantan las ruinas del castillo de Drena, con su torre de sillería del sigo XIV de 25 metros, todavía asombrosamente intacta, era la sede de un antigua aldea fortificada. En la Edad Media, la roca, que dominaba la carretera que conectaba la llanura de Sarca con el Valle de Cavedine, constituía un puesto avanzado en el cruce de las carreteras hacia el norte. Se convirtió en propiedad de la Signoria de Sejano y luego se pone en manos de los Condes de Arco. Atacado con frecuencia, en 1703 se encontró con el destino de prácticamente todos los castillos de la zona y fue destruido por las tropas francesas dirigidas por el general Vendome. Después de una restauración cuidadosa por el Gobierno Provincial de Trento, el complejo, que comprende una pared de Ghibellina que encierra los restos del palacio del conde, una pequeña capilla y otros edificios está abierta a los visitantes.


Puente tibetano. Un cable para los pies y dos para las manos:

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