Ultra Sierra Nevada: El sufimiento en carrera

Allá por el mes de Julio, en pleno verano Sureño, tuve la suerte de participar en la Ultra de Sierra Nevada, una carrera de 103 kilómetros de distancia y 6.000 metros de desnivel positivo. La línea de salida estaba ubicada en el mismo centro de Granada donde sus primeros kilómetros transcurrieron por el precioso entorno de la Alhambra inspirando cada zancada para convertir la noche en mágica. La meta estaba fijada en la localidad Granadina de Padrollano a 2.100 metros sobre el nivel del mar, pero previamente había que ascender hasta casi la cima del Pico del Veleta a 3.100 metros de altitud. Era una prueba que con dos meses de antelación la había preparado con mucho mimo, pero por razones laborales, tuve que disminuir el tiempo y días de los entrenamientos a dos semanas de la cita. Empeñado en no bajar mi rendimiento, el esfuerzo y las formas para poder entrenar hizo que algunos demonios afloraran de nuevo y con ellos unas molestias olvidadas. De esta forma me presenté en una línea de salida bastante motivado, arropado con la mejor compañía posible, el lugar muy ambientado, los corredores de primer nivel en primera fila, a mí que me agobian las aglomeraciones, en la cola me coloqué.


Los primeros 60 kilómetros transcurrieron como me esperaba, en solitario, de menos a más, con el apoyo en los avituallamientos de mi gente, cortos pero intensos, colocándome en la posición 19 en el avituallamiento Fuente de la Teja. En la dura subida al Alto del Calar gané un puesto, el sol por entonces ya apretaba, la bajada rápida hacia Güejar-Sierra daría paso al tema que me ha llevado a escribir esta entrada. Las dimensiones y características de una carrera es algo muy objetivo y le corresponde a cada corredor procesarlas y asumirlas. Lo que viví ese día me hizo sentir algo muy viejo, muy humano y muy elemental, el sufrimiento. Es bueno descubrir hasta donde somos capaces de llegar en esta vida, en este día, en este momento, ya que vivimos en una sociedad que solo busca el placer y que huye del dolor. En la actualizad, han disminuido los niveles de tolerancia al dolor, de echo, existe miedo, mucho miedo a sufrirlo, lo veo a diaria en las personas. Esto es debido principalmente a los progresos de la anestesia y de la analgesia, estamos menos familiarizado con el dolor que nuestros antecesores, por eso le tememos mucho más que antes. De aquí surge la algofobia, que establece una verdadera plaga social, donde nuestra cultura pretende abaratar el sufrimiento haciéndonos creer que se puede erradicar y que no tenemos motivos para soportarlo, sino medios técnicos para combatirlo.


El dolor es el banco de pruebas de la existencia humana, el fuego de la fragua donde, como los buenos aceros, el humano se ennoblece y se templa. Y, sin embargo, para los más frágiles, el dolor puede ser ocasión del desmoronamiento y abandono definitivo. Sufro, lo acepto, entonces me siento más libre, es en ese justo momento, donde capto las cosas más esenciales de la vida; crecer y madurar, elevándome por encima de mí mismo, distanciándome de mis deseos más superficiales y encontrando el verdadero amor. Porque para darle sentido al dolor, hay que tener mucho amor, se aguanta el sufrimiento cuando se ama. El sufrimiento para tener sentido, no puede ser un fin en sí mismo, sino que debe de transcender de uno mismo. Así que si no amas realmente lo que te hace sufrir difícilmente pueda ser una experiencia positiva que puedas superar.


A partir de Güejar-Sierra todo se nubló, la mente lo primero, ya ni la comunicación ni los avituallamientos me servían. Aun así en el dolor logré sonreír, conocí gente, fui amable, agradecido, me di cuenta que nadie puede imponerte el sentido para afrontar el sufrimiento, pero si que pueden ayudarte a encontrarlo, compartir el momento en silencio, a veces, es suficiente. El sufrimiento implica un esfuerzo para no renunciar a sí mismo a pesar del dolor, es avanzar hacia la realización de valores que superan la superficialidad. Es una fuerza de crecimiento interior, aunque el que sufre ya no puede forjar exteriormente el destino, precisamente el sufrimiento le da la posibilidad de superarlo en la propia intimidad, así si tengo un obstáculo que superar, este me ha sido puesto para esforzarme para lograrlo.

Todos tenemos en la vida una montaña que vencer, por eso no quiero oír tus miserias, ni quiero oírte suspirar, ni escuchar tus lamentos; tampoco deseo verte llorar, menos que me hables del ayer que pertenece al pasado y no volverá, y no me pidas que te ofrezca mi hombro para apoyar tu cabeza, porque esa no es la forma de ayudarte, sólo te digo:

"A tu montaña debes vencer, a tu montaña te ayudaré a llegar".

Debes aprender a no doblegarte, con el tiempo las tragedias como las grandes alegrías deben ser el crisol donde se funde la entereza; debes mirar “siempre adelante”. Y si aún continúas desorientada, te vuelvo a decir:

"A tu montaña debes vencer, a tu montaña te ayudaré a llegar".

Toma mi mano, y afirma tus pies sobre la tierra, la vida es un largo camino polvoriento por el que todos debemos transitar, y si aún te queda alguna duda, lo diré una vez más:

"A tu montaña debes vencer, a tu montaña te ayudaré a llegar".

Encara tu montaña, enfréntate a la realidad y cuando llegues a la cumbre, habrás encontrado la "FELICIDAD".


Comentarios

  1. Los deportes de montaña son desafíos épicos. El Ultra Sierra Nevada es un reto extremo que fusiona naturaleza, resistencia y espíritu aventurero en un escenario majestuoso y exigente.

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