Tres Cimas de Lavaredo: El corazón de los Dolomitas
Si nos paramos a pensar en los estímulos que obtenemos de nuestro entorno habitual, no natural, nos damos cuenta de que están diseñados para captar nuestra atención sin apenas esfuerzo: vallas publicitarias, pantallas con imágenes en movimiento, carteles de colores, fotos retocadas, sonido a volúmenes elevados. Los estímulos son tantos y tan variados que no hay tiempo para prestarle a cada uno de ellos el tiempo suficiente, así es imposible de generar nuestra propia forma de ver las cosas. En mi empeño por buscar un equilibrio, he descubierto que volver a los orígenes, a la vida sencilla de nuestros padres y abuelos donde tenían tiempo durante todo un día para buscar su atención descubriendo los secretos de la naturaleza me ha ayudado a desarrollar la fantasía, la concentración y la creatividad. No nos han enseñado a gestionar los estímulos, ni nadie nos ha educado para administrar adecuadamente lo que la tecnología ha implantado en nuestra vida casi sin darnos cuenta: la posibilidad...