Tres Cimas de Lavaredo: El corazón de los Dolomitas

Si nos paramos a pensar en los estímulos que obtenemos de nuestro entorno habitual, no natural, nos damos cuenta de que están diseñados para captar nuestra atención sin apenas esfuerzo: vallas publicitarias, pantallas con imágenes en movimiento, carteles de colores, fotos retocadas, sonido a volúmenes elevados. Los estímulos son tantos y tan variados que no hay tiempo para prestarle a cada uno de ellos el tiempo suficiente, así es imposible de generar nuestra propia forma de ver las cosas. En mi empeño por buscar un equilibrio, he descubierto que volver a los orígenes, a la vida sencilla de nuestros padres y abuelos donde tenían tiempo durante todo un día para buscar su atención descubriendo los secretos de la naturaleza me ha ayudado a desarrollar la fantasía, la concentración y la creatividad. No nos han enseñado a gestionar los estímulos, ni nadie nos ha educado para administrar adecuadamente lo que la tecnología ha implantado en nuestra vida casi sin darnos cuenta: la posibilidad de acceder a un torrente de estímulos constantes relacionados con la información visual y auditiva. Una corriente de estímulos informativos que no somos capaces de integrar como parte de nuestro aprendizaje. No sólo los consumimos ya de forma simultánea, sino que pasamos de uno a otro sin aparente esfuerzo. Pienso que caminar por nuestros bosques o montañas, esforzándonos por disfrutar de todo lo que tienen que ofrecernos, es una actividad que requiere de una atención activa, de una cierta curiosidad y concentración. No podemos pretender que el espectáculo de la naturaleza se anuncie ante nosotros como ocurre en la ciudad: tenemos que ser incisivos en nuestra observación para encontrarlo.


Pasar unos días recorriendo las Tres Cimas de Lavaredo era uno de mis principales objetivos en los Dolomitas. Las Tres Cimas de Lavaredo dan nombre al Parque Natural de Tre Cime, muy cerca de la frontera de Italia con Austria, y de hecho, limitaban ambos países hasta inicios del siglo XX. A consecuencia de las grandes nevadas, el coche tuve que dejarlo a orillas del congelado Lago Antorno, a un kilómetro del Lago Misurina, el mayor lago natural de Cadore, a 1.754 metros sobre el nivel del mar. Célebre por su particular clima que mitiga las afecciones respiratorias, por lo que próximo al lago se encuentra el único centro en Italia para el tratamiento del asma infantil. Desde el coche hasta el Refugio Auronzo fueron seis kilómetros sobre un profundo manto de nieve polvo, sin raquetas ni esquís, el calentón fue considerable. Las vistas desde el cerrado Refugio Auronzo son impresionantes, el esfuerzo para llegar hasta allí ya merece la pena y más aun con el aspecto del paisaje dejado por la nieve. A unos 2 Kilómetros del refugio Auronzo se halla el refugio Lavaredo en dirección contraria a las agujas del reloj, el camino hasta aquí empeoró, la pista dejó paso al sendero alpino, sin huella en la nieve y los días tan cortos, completar la ruta se hacia una misión imposible. Las Tres Cimas de Lavaredo, o "Tre Cime di Lavaredo" en italiano, son visibles en todo momento durante el recorrido, la forman tres singulares picos que parecen evocar las almenas de un gigantesco castillo. Estas tres cimas son, probablemente, la agrupación de picos más conocida de las Dolomitas y uno de los lugares más fotografiados de la cadena montañosa. Los tres picos se denominan, de este a oeste, Cima Piccola, Cima Grande y Cima Ovest. La Cima Grande se eleva a una altura de 2.999 metros, alzándose 142 metros sobre la más pequeña, la Cima Piccola. Al final no se pudo realizar el circuito completo y tuvimos que dar la vuelta sobre los pasos recorridos, pero el haber estado en aquel lugar en aquel momento, fue un recuerdo inolvidable.

Os dejo con lo mejor del día, el entorno, las montañas, la inmensidad:




























Comentarios