Recuerdos: III Ultra Trail Axarquía
Al igual que ocurre con algunas personas, también hay algunas montañas que nos marcan para siempre y nos aportan gran parte de la felicidad que tanto necesitamos para vivir. Estas ni tienen que estar en un lugar recóndito, ni tienen que ser muy altas y peligrosas, simplemente son especiales para nosotros por alguna razón. Un día, alguien dijo que la felicidad es pasajera, que nace para volver a morir, al igual que las personas. Sin embargo, si escalamos y corremos por las montañas y lugares que más deseamos podremos sentir en cada impacto con el terreno ese placer que nos acompañará por siempre. El placer de la vida, pienso, el verdadero, radica en las cosas pequeñas, las de cada día, las que se sienten de verdad. Son estas las que nos harán verdaderamente felices, como por ejemplo, despertar todos los días acompañado de aquella persona a la que amas.
Durante los tres meses anteriores a esta entrada (Enero, Febrero y Marzo), desde el accidente, recordaba con mucha nostalgia el volver a estar sobre una montaña y dejarme envolver por sus brazos. Volver a querer en silencio… volver a amar durante largas horas de claridad hasta llegar la oscuridad… un amor lleno de mística, soledad y mucho valor… el mismo valor que cuando escalas una vertiente norte completamente congelada, unido a la vida real tan sólo por unos crampones y piolets. Y así en silencio te he seguido pensando mientras los días pasaban castigándome por tu ausencia. Hay que luchar por encontrar el camino adecuado y hacerlo propio; seguirlo y llenarlo de
amor, ternura y pasión, como si fuera nuestro hijo y construir nuestro sendero junto a el hasta el día en el que
encontremos el final.
Este mes de Abril (13 y 14) se ha producido según los periódicos, una nevada
histórica, hacia décadas que no nevaba en el mes de Abril por las
Sierras Malagueñas. Una semana antes, había intentado subir corriendo al Pico del Cielo, pero a falta de un kilómetro me di la vuelta, los tobillos me comenzaron a doler, estaba lloviendo y me había resbalado varias veces. Así que el Sábado 14, una semana después, me propuse subir a La Maroma, la cual se veía desde la costa cubierta de un gran manto de nieve. No recuerdo cuando fue la última vez que subí, es como si hubieran transcurridos varios años. Durante la subida estuve recordando momentos y emociones de una dura carrera que se celebra en este mismo mes y lugar, la Ultra Trail Axarquía, en la que participé el año anterior. Hasta hoy no había hablado de esta carrera en el blog, más por falta de tiempo que por ganas. Esta carrera recorre gran parte de la Sierra Tejeda y Almijara, con un recorrido de 100 kilómetros y 12.000 metros de desnivel acumulados, atraviesa los rincones más bonitos y desconocidos de este entorno, que parte desde Alcaucín y abarca desde La Maroma hasta el Cerro del Lucero y vuelta. El año pasado se celebró la tercera edición, donde tuve la suerte de estar en la línea de salida.
La carrera dio comienzo a las 6 de la mañana, bajo una fina cortina de agua, la meteorología para ese fin de semana eran muy adversas, incluso se estuvo debatiendo si suspender la prueba tanto el día anterior como la misma mañana. Personalmente no me encontraba muy fuerte, pero corría en casa y tenía muchas ganas de hacerlo bien. No éramos muchos los valientes, entre la Ultra y el Trail no sumarían el centenar. El comienzo de la carrera es muy duro, pues justo en la salida,se gira a la derecha y se sube por un sendero que en poco más de 3 kilómetros se superan 500 metros de desnivel positivo. Yo me puse en primera posición con un ritmo muy fuerte para quedarme sólo, como cuando corro por allí. Para mi sorpresa, pasado unos kilómetros miro hacia atrás y veo a Victor Pimentel y Juan Pérez Torreglosa detrás mía. Habíamos echo toda la subida juntos y en la bajada hacia el Área Recreativa el Río fuimos charlando un poco, para mí era un lujo la compañía, son ejemplos a seguir. A mitad de la subida hacia La Maroma me quedé atrás y ya no volvería a verlos, de todas las formas, ellos participaban en la versión Trail y no en la Ultra, como era mi caso, finalmente supe que Victor Pimentel ganó la prueba en su modalidad.
Durante esta carrera cometí muchos errores, el más grave fue no evitar el agua que durante toda la subida a la Maroma me calló, pensé que podía mantener el cuerpo caliente mientras me mantuviera en movimiento, pero no fue así. En el segundo avituallamiento que había en la Llanada de Sedella fui consciente de lo mal que me encontraba, no dejaba de tiritar, aproveché para ponerme el chubasquero, pero ya era demasiado tarde. A partir de ahí me adelantaron varios corredores y mi cuerpo seguía sin reaccionar, tenía el estomago duro y no me dejaba comer. El relieve muy quebrado no dejaba coger un ritmo constante y así recuperar las sensaciones. Una vez en el avituallamiento de Canillas de Albaida, donde me comí dos platos de pasta caliente, me repuse un poco, no era broma lo que venia por delante, tocaba subir nuevamente a la Llanada de Sedella y bajar al pueblo, para volver a subir a La Maroma y bajar a Alcaucin. Así que me volví a quitar el chubasquero y recobre sensaciones, la subida se realiza por un cortafuegos muy duro, sin descanso, justo hasta la Llanada de Sedella y desde allí te dejas caer a la izquierda del idílico cortijo Picaricos por una bajada directa hasta Sedella pasando por su bello puente romano.
Llegué sobre las 5 de la tarde al pueblo de Sedella, el avituallamiento se encontraba dentro de un bar y me esperaba la mejor de las compañía posible, mi hermano y mi novia, era lo que necesitaba. La carrera fue neutralizada en ese lugar, la climatología empeoraba y la organización no estaba por la labor de dejar pasar la noche a los corredores por el monte. Como los premios no eran acumulativo, fui cuarto de la general y primero de mi categoría. Al final salieron unos 70 kilómetros, y por segundo año consecutivo no se completó el total del recorrido, y es que esta Sierra, considerada de media montaña, suele tener condiciones extremas como se vivió aquel día en carrera con momentos de granizo o como este año, con una nevada histórica en el mes de Abril.
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